Obsolescencia programada
La obsolescencia programada es un término que se refiere al diseño y producción de productos que están destinados a perder su utilidad o volverse obsoletos después de un cierto período de tiempo. Esta práctica se ha vuelto común en muchos sectores de la industria debido al avance tecnológico y la necesidad de mantener un ciclo de vida de los productos.
La obsolescencia programada puede tener efectos negativos en el medio ambiente y el uso de los recursos naturales, ya que los productos se vuelven obsoletos antes de lo necesario y se deben desechar o reemplazar con frecuencia.
Por ejemplo, muchos libros de texto y materiales educativos tienen una fecha de caducidad impresa, lo que significa que deben ser reemplazados después de un cierto número de años, aunque el contenido sigue siendo relevante. Del mismo modo, muchos aparatos electrónicos, como los teléfonos móviles, se vuelven obsoletos después de unos pocos años debido a la falta de piezas de repuesto o actualizaciones de software.
Existen varios tipos de obsolescencia programada, incluida la obsolescencia planificada, que es cuando un fabricante produce productos con una vida útil limitada para fomentar la compra de productos nuevos. Por otro lado, la obsolescencia percibida se refiere a la producción de productos que están diseñados para parecer obsoletos o anticuados después de un corto período de tiempo para impulsar la venta de productos más nuevos y avanzados.
La obsolescencia programada también se puede dividir en dos tipos principales: la obsolescencia funcional y la obsolescencia tecnológica. La obsolescencia funcional se refiere a la producción de productos que están diseñados para fallar después de un cierto período de tiempo, mientras que la obsolescencia tecnológica se refiere a la producción de productos que se vuelven obsoletos debido al avance tecnológico.
El consumo preferente también puede contribuir a la obsolescencia programada. Muchos consumidores prefieren productos nuevos y avanzados, incluso si sus productos antiguos siguen siendo útiles. Esto ha llevado a un aumento en la demanda de productos más nuevos y avanzados, lo que ha fomentado la producción de productos con una vida útil limitada.
La obsolescencia programada se remonta al menos a la década de 1930, cuando Bernard London propuso un sistema de "muerte planificada" para combatir la Gran Depresión. London sugirió que el gobierno debería obligar a los fabricantes a limitar la vida útil de los productos para estimular la demanda de nuevos productos y, a su vez, estimular la economía.
Los sistemas operativos también pueden contribuir a la obsolescencia programada. Muchos sistemas operativos, como Windows y macOS, tienen un ciclo de vida limitado, lo que significa que los usuarios deben actualizar a la última versión para seguir recibiendo soporte y actualizaciones de seguridad. Esto puede llevar a la obsolescencia de hardware más antiguo que no es compatible con las últimas versiones de los sistemas operativos.